viernes, 18 de abril de 2014

Tengo miedo de volver a cerrar los ojos

Me pesan los brazos más que el alma,
vago con pasos errantes sin rumbo,
ni camino,
y de pronto sorprendo a mis pies
buscando tus huellas.

Siento que sólo soy aire.

Saco ese sentido autodestructivo que me hace quitarle
valor a mi vida para dárselo a la tuya,
para justificar así el pesar de tu ausencia
y no recurrir a la autotortura.
Suena el teléfono y deseo que seas tú,
que llama para hacerme recobrar la razón
o para unirse en mi locura;
cualquiera de las dos opciones me valdría.
Pero no es tu voz, no, no eres tú
y de pronto las calles se llenan de gente
para recordarme tu falta
y de pronto empiezan a borrar tus huellas
con las malditas suelas de sus putos zapatos,
todo empieza a perder el sentido
si no puedo aferrarme ni siquiera al recuerdo.

La luz de las estrellas me atraviesa la boca
y se instala en mi garganta,
y me impide gritar cuando se sitúa la luna
en línea recta con mis miedos,
maldita hija de puta,
ha eclipsado mis palabras.

De pronto veo que todavía es de día,
que la calle está vacía,
que la luna no me mira,
y siento pánico de volverme a quedar a solas
con la culpabilidad que se atornilla en mis talones,
de pronto
siento miedo
de volver
a cerrar
los ojos.

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