miércoles, 30 de abril de 2014

Somos mortales con aspiraciones de dioses

El problema es que no sé decir no
a unos ojos que me miran
como si fuese lo último que querrían ver en el mundo,
a una boca que no promete
pero besa mejor de lo que saben mil te quieros.

El problema es que a veces confundo mis pensamientos
con las frases que un día dijiste
y tengo grabadas en mi cabeza,
"Follar a oscuras es sólo de acomplejados" ,
y lo acabo pensando cada vez que en la noche
me hago el amor a mí misma,
y termino, como siempre, pensando en ti.

El problema es que sólo soy,
ni estoy ni lo parezco,
y dejo de ser yo para convertirme en tristeza
y no me reconozco cuando me miro al espejo
o me transformo en euforia
para cegarme con mi propia luz
y acabar a oscuras hablándole al silencio
de lo que es ser soledad.

El problema es que amo siempre
por encima de mis posibilidades
y acabo endeudando el corazón,
pidiendo préstamos que luego
los sentimientos no pueden pagar.

El problema, es que somos mortales
con aspiraciones de dioses.

martes, 29 de abril de 2014

Siempre te escribí a ti

Escribo en primera persona
y dirigiéndome a un tú
con la esperanza
de que algún día
me leas y comprendas
que siempre
te hablaba a ti.

lunes, 28 de abril de 2014

Cómo voy a creerles

Todos mienten;
me mintieron cuando dijeron que el sol
sólo salía por el este,
porque yo lo he visto nacer
de entre tus párpados
y lo he visto marcharse tras de ti
en distintas direcciones,
dejándome completamente a oscuras
a las doce el medio día.

Mienten cuando dicen que el tiempo es constante,
yo lo he visto pararse durante una madrugada
y después pasar la noche a cámara rápida
para que aquellos que dormían
pensasen al despertar que tú aún no existías.

Mienten, todos mienten y seguirán mintiendo,
porque todavía escucho en las tardes de julio
a dos personas hablando del tiempo,
diciendo que la noche va a ser muy calurosa,
y con la fe de verdad de quien cree en Dios
después de haber visto a pobres pidiendo
en la puerta de la iglesia,
yo sigo quitando las mantas
y helándome con tu recuerdo.

¿Cómo voy a creerles cuando dicen
que el amor no dura para siempre?

martes, 22 de abril de 2014

Palabras de fogueo

He aprendido que una palabra
puede hacer más daño que una bala,
porque estoy aquí
con el cuerpo intacto
y el alma partida,
y no sé dónde debo vendarme
para que ya no me duela.

domingo, 20 de abril de 2014

Ellos

Toman pastillas rosas para combatir el insomnio,
pastillas que al dormir no te hacen soñar
y si no sueñas nunca despiertas.
Se levantan y toman café para hacer frente al nuevo día,
para acabar con ese sueño sin sueños.
Caminan como autómatas calle abajo y calle arriba,
ellos nunca saben si bajan o suben,
su mundo es una calle recta con millones de puertas
pero ninguna escalera,
ellos nunca sabrán lo que es ver las estrellas
desde cerca.
Se fuman los minutos envueltos en alquitrán y nicotina
y piensan en las horas que quedan para dejar de contarlas;
ellos nunca salen sin reloj de casa;
el segundero es una pistola de fogueo
con una única bala dentro,
pero ellos todavía no lo saben,
por eso van siempre con trajes negros;
viven en un entierro constante.
Caminan con prisas para encontrarse con nadie
y luego se preguntan por qué nunca
nadie espera.
Más pastillas.
Llegan a casa y encienden el televisor
para que una voz agradable les acompañe durante la cena.
Una copa y otra, y otra,
hasta que el reloj marca el comienzo de un nuevo día,
y entre la embriaguez y el desencanto piensan:
"Mañana todo será diferente",
pero las copas saben mejor a partir de las doce.

Estamos rodeados de personas que sueñan sin sueños.

sábado, 19 de abril de 2014

No quiero despertar

Hoy es una de esas noches
en las que no quieres dormir para no enfrentarte
a la mañana siguiente:
he declarado un amor
y he roto otro;
me he fumado mi primer cigarro
y he escrito poesía.
Sólo una de estas cosas es mentira,
pero para mí hoy
lo he hecho todo.

viernes, 18 de abril de 2014

No ha sucumbido a los fantasmas

Vienen a mí,
como los insectos a la luz,
les atrae mi oscuridad tanto como a mí su perdición.
Vienen a mí,
buscando un rincón en el que quedarse
pero yo no tengo fuerzas para fortificar mi alma
y anidan en ella,
parásitos de lo eterno.
Me desgarran el pecho,
descosen mi piel
y construyen en una de mis costillas izquierdas
una entrada directa a mis pulmones,
para dejar escapar el aire que tenía reservado
a tus suspiros.
Refuerzan con alambre de espino sus guaridas
para impedirme arrancar mi corazón,
dicen que un cuerpo frío no les sirve de refugio.
Me están matando, socorro.
Grito,
intento desesperadamente que salgan por mi boca
y cuando llegan a la garganta
montan una fogata
que hace que todas las palabras que almacenaba
para el momento adecuado, momento que nunca llegó,
ardan,
y mi boca entonces se convierte en el maldito infierno.
Abrazan a mis labios unas últimas palabras:
Te qui...
pero cuando tocan el aire se convierte en ceniza.

Todavía hay esperanza, el amor aún
no ha sucumbido
a los fantasmas.

Tengo miedo de volver a cerrar los ojos

Me pesan los brazos más que el alma,
vago con pasos errantes sin rumbo,
ni camino,
y de pronto sorprendo a mis pies
buscando tus huellas.

Siento que sólo soy aire.

Saco ese sentido autodestructivo que me hace quitarle
valor a mi vida para dárselo a la tuya,
para justificar así el pesar de tu ausencia
y no recurrir a la autotortura.
Suena el teléfono y deseo que seas tú,
que llama para hacerme recobrar la razón
o para unirse en mi locura;
cualquiera de las dos opciones me valdría.
Pero no es tu voz, no, no eres tú
y de pronto las calles se llenan de gente
para recordarme tu falta
y de pronto empiezan a borrar tus huellas
con las malditas suelas de sus putos zapatos,
todo empieza a perder el sentido
si no puedo aferrarme ni siquiera al recuerdo.

La luz de las estrellas me atraviesa la boca
y se instala en mi garganta,
y me impide gritar cuando se sitúa la luna
en línea recta con mis miedos,
maldita hija de puta,
ha eclipsado mis palabras.

De pronto veo que todavía es de día,
que la calle está vacía,
que la luna no me mira,
y siento pánico de volverme a quedar a solas
con la culpabilidad que se atornilla en mis talones,
de pronto
siento miedo
de volver
a cerrar
los ojos.

jueves, 17 de abril de 2014

Éramos dioses

Éramos dioses;
dioses de mundos que jamás fueron descritos,
poseedores de territorios más extensos
de lo que nadie nunca podrá imaginar.
En nuestra tierra, el arco de triunfo era
un arcoíris permanente que se extendía en el cielo
de horizonte a horizonte
y bajo él todo eran victoriosas batallas
contra dragones más grandes que mil elefantes.
Éramos los reyes de todo en mitad de la nada,
construíamos castillos de arena en la arena
y creábamos oasis que resistían mil años de tempestades.
Éramos dioses
hasta que un día
crecimos.

Para poder tenerte hoy aquí

Me enredabas el pelo
como si quisieras hacerle un nido a tus sueños
y lo utilizases a él, prolongación de mis ideas,
como base.
Me cogías las manos
y las unías a las tuyas,
sin el calor necesario para fundir dos hierros,
pero con el mismo efecto.
Me acariciabas los labios
como si estuvieras tocando a un pájaro herido
y supieras que un movimiento brusco lo haría volar.
Tú me enredabas el pelo,
me cogías las manos,
me acariciabas los labios
y yo, torpemente, almacenaba recuerdos,
para poder tenerte
hoy
aquí
conmigo.

Todavía no sé dónde están mis nubes

He aprendido que quien ama como un niño
puede acabar cayendo con el peso de un adulto,
pero que quien ama como un adulto
jamás podrá reír con la sonrisa de un niño.
He aprendido que hay amores con esencia de globos
y otros con contundencia de piedras
y que ambos son exactamente igual de peligrosos;
el primero al principio se muestra imparable, imbatible
y promete volar hasta los límites del cielo,
pero una vez cegado por la proximidad del sol
cualquier cosa puede hacerlo estallar,
y te dejará cayendo a cámara lenta,
contemplando desde la cumbre de lo divino
la más pura decadencia del hombre.
El segundo parece que jamás logrará separarse de lo terrenal
y que no puede alcanzar ese ámbito celestial que te ofrecen las nubes,
pero cuando lo haga, te sorprenderá de espaldas,
te atizará en la cabeza, te romperá la boca y te dejará desorientado,
si logras, patéticamente, ponerte de pie y cogerlo entre tus manos
puedes estar seguro de que será tuyo
para siempre.

Desde el día que lo aprendí
he dejado de buscar dónde están las nubes,
por si acaso.

Sabía que un día me volvería loca

Yo ya sabía que me volvería loca.

Que de pronto empezaría a verlo todo borroso,
como quien trata de enfocar la realidad desde un cristal translúcido.
Sabía que empezaría a ver millones de mujeres guapas a mi alrededor,
aunque en realidad ninguna fuera bonita,
aunque en realidad ninguna fuera a comprenderme.

Sabía que empezaría a vaticinar una lluvia de estrellas
cuando tú me avisaras de que cogiera el paraguas
y me sentiría cohibida, engañada e incierta.

Que un día alguien me miraría
y se me clavarían sus ojos en las lagunas de mis mejillas
y se me encharcarían los míos cada vez que éstos se abrieran,
un mismo rostro no debe empezar a percibir distintas realidades,
al igual que un corazón con dos flechas clavadas
está condenado a acabar arrancándose una o a desangrarse.

Yo ya sabía que me volvería loca;
empezaría creyéndome Dios,
convirtiendo los vasos de agua en copas de vino,
los días en noches,
y terminaría proclamándome mortal,
abatida frente las sábanas,
suplicando que esta noche no ahorcaran mis sueños,
como había hecho yo con quien un día dije
que sería
para siempre.

martes, 15 de abril de 2014

Los que creen que van a vivir para siempre

Me dan pena.
Me dan pena los que hablan
creyéndose poseedores de una verdad universal.
Me dan pena.
Me dan pena los que colocan muebles
como si fueran los pilares que sostienen su cordura
y se histerizan al comprobar
cómo el desorden de su construcción grandiosa
hace tambalear su verdadero caos,
al que ellos no quieren hacer frente.
De verdad, me dan pena.
Me dan pena aquellos que tienen siempre
la boca abierta
y la cabeza vacía.
Aquellos que miran al mundo con pupilas translúcidas,
actúan como ciegos y quieren ser tratados como tales,
en un intento patético de estar exentos de realidad.
Me dan pena los que caminan con un escudo entre las manos,
ignorando que las flechas de Cupido
desde lejos también parecen armas.
Me dan pena, en definitiva,
los que creen
que van a vivir
para siempre.

Eres

Desde que te conocí, cada palabra, ha sido un intento
de desnudarte mi alma.
Como cada despertar entre el pensamiento de;
"Es un día más cerca de ella" y un:
"Hoy tampoco la podré besar".

Eres quien despierta mis instintos más básicos
y a la vez,
mis sentimientos más humanos,
como la consciencia del yo; sin ti,
como la consciencia del ti; sin mí.
Eres como amanecer sin sueño,
que siempre, absolutamente siempre, significa dos cosas:
que la noche ha sido un viaje de ida y vuelta a distintas dimensiones
o que la salida del sol anuncia algo mejor que los sueños.

Contigo siempre amanezco con ganas de comerme el mundo,
y te como despacio, como si por ello engañase al reloj y nos diese más horas,
como si por ello fueses a quedarte, a mi lado, para siempre.
Y te vas y me voy, de nuevo, cuando mi boca todavía sabe a tu orgasmo,
y el beso de despedida invoca el recuerdo de tenerte entre mis dedos
horas antes,
y entonces pienso, pero nunca te lo digo,
porque sé que es mentira:
"Si vienes quédate mil o ninguna noche".
Aceptaría sin duda el retorno en mi invierno
de unas pocas primaveras.

Eres, por si nunca te lo he dicho, la mayor paradoja de mi vida,
a tu lado, cuando más indestructible me siento, es cuando más débil soy.
Como aquella tarde, en la que te fuiste después de enseñarme tu alma
y te llevaste la mía,
y pensé en cortarme las venas con los trozos de ese corazón
que había latido al compás de tus caricias.
Tenemos la mala costumbre de hacer el amor
justo antes de marcharnos,
y por eso tus caricias me saben siempre a despedida.
Tenemos la mala costumbre de querernos tanto
que ya ni la poesía puede hacer esto más bonito,
y nos condenamos
a matarnos o salvarnos
en las tempestades de mis ojos
o en el agua salada de tus labios,
pero siempre en el mismo barco.