martes, 15 de abril de 2014

Eres

Desde que te conocí, cada palabra, ha sido un intento
de desnudarte mi alma.
Como cada despertar entre el pensamiento de;
"Es un día más cerca de ella" y un:
"Hoy tampoco la podré besar".

Eres quien despierta mis instintos más básicos
y a la vez,
mis sentimientos más humanos,
como la consciencia del yo; sin ti,
como la consciencia del ti; sin mí.
Eres como amanecer sin sueño,
que siempre, absolutamente siempre, significa dos cosas:
que la noche ha sido un viaje de ida y vuelta a distintas dimensiones
o que la salida del sol anuncia algo mejor que los sueños.

Contigo siempre amanezco con ganas de comerme el mundo,
y te como despacio, como si por ello engañase al reloj y nos diese más horas,
como si por ello fueses a quedarte, a mi lado, para siempre.
Y te vas y me voy, de nuevo, cuando mi boca todavía sabe a tu orgasmo,
y el beso de despedida invoca el recuerdo de tenerte entre mis dedos
horas antes,
y entonces pienso, pero nunca te lo digo,
porque sé que es mentira:
"Si vienes quédate mil o ninguna noche".
Aceptaría sin duda el retorno en mi invierno
de unas pocas primaveras.

Eres, por si nunca te lo he dicho, la mayor paradoja de mi vida,
a tu lado, cuando más indestructible me siento, es cuando más débil soy.
Como aquella tarde, en la que te fuiste después de enseñarme tu alma
y te llevaste la mía,
y pensé en cortarme las venas con los trozos de ese corazón
que había latido al compás de tus caricias.
Tenemos la mala costumbre de hacer el amor
justo antes de marcharnos,
y por eso tus caricias me saben siempre a despedida.
Tenemos la mala costumbre de querernos tanto
que ya ni la poesía puede hacer esto más bonito,
y nos condenamos
a matarnos o salvarnos
en las tempestades de mis ojos
o en el agua salada de tus labios,
pero siempre en el mismo barco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario