martes, 2 de septiembre de 2014

Los dos lados de mi pecho

Quien la haya visto sabrá que tiene los ojos llenos de certezas, que no son el espejo de su alma, sino una puerta directa hacia nuestro propio corazón, porque es imposible mirarla sin que el lado derecho de mi pecho quiera separarse de mi cuerpo para poder completar el puzzle encajándose en su torso. Quien la conozca sabrá el motivo de mis dudas, porque a veces la realidad se antoja sueño y la indecisión no es más que la cuerda que nos separa del vacío.

Los años son como un caminante invisible que deja huellas a su paso, como una caricia sin piel, como una canción sin instrumentos y recuerdos de madrugada. No sé ni podría decirte en qué momento exacto la vida comenzó a ser tú y el mundo y dejó de sentirse ellos para ser nosotras. No recuerdo cómo cantaban los pájaros antes de que tu voz se instaurara sólida entre mis pulmones, ni siquiera podría decirte si el cielo parecía igual de azul o si la luna era igual de grande, lo que sí comprendo es que sin ti las calles están mucho más vacías.

Nunca he sabido si es sano echarte tanto de menos y me pregunto si tú sientes también así mi tristeza.

Te siento conquistadora y vasalla de algo que aún correspondiéndonos, no nos pertenece, porque tu sonrisa crea un puente y convierte mi gesto en una mueca con vida.
No escuches las palabras de aquellos a los que no otorgarías voz y así la maldad no será más que una enemiga inválida que no se atreve a mirarte desde cerca. No desprecies el valor de las cosas que realmente amas y aprende a sentir dolor sólo por ellas, de lo contrario reducirás ese noble sentimiento a la categoría de la envidia o del rencor. El dolor es la forma en la que la realidad llama a tu puerta y te hace hacer inventario: reconoces de inmediato todo lo importante. El dolor actúa como un faro, sin luz es difícil diferenciar las botellas llenas de las vacías y puedes llegar a sentirte a salvo en el desierto acompañado de cristal pero sin agua. Las personas vacías no te llenan pero a veces no se disciernen de salvavidas.

Acoge el dolor igual que aceptas el cariño, sólo siéntelo por aquellos a quienes quieres, porque son los únicos que pueden hacer que el dolor tenga sentido.

Amor es saber que podrías degradarme a deambular y sin embargo convertirte en mi camino.