miércoles, 28 de mayo de 2014

Flashforward

Hoy voy a hablar de ti
porque te odio:
porque escribirte 
es degradarte a ser sólo palabra,
porque versarte
es reducir tus alas al fin de línea
y maquillar tus plumas 
con nostalgia y tiempos muertos.

Hoy voy a hablar de ti
porque quiero condenarte:
porque hoy vas a ser recuerdo
de los que no te conocieron,
pesarás en las espaldas
de quien nos lean,
porque, mi amor,
yo soy poeta
y tú siempre fuiste poesía.

Voy a inundarte los ojos de flashbacks:
nadas,
el tiempo se ríe,
el silencio te ignora un ratito,
te beso en la boca
y la sal,
por una vez,
no es de mis lágrimas.

Ahora terminas la frase
y acoges el presente como una realidad tangible.

caminas por el parque,
el verano te abraza de frente
y tropiezas con mis manos en tus bolsillos traseros,
reniegas del tiempo
mientras él te oprime la muñeca con su correa,
pero sonríes y finges que aquel ayer es eterno.

Ahora ahogas el recuerdo maldiciendo en voz baja
el don de las palabras,
pero a mí me apetece inquietar tu calma.

me miras,
me ves llorar los minutos a cámara rápida,
la escena se pinta de blanco y negro
y la voz que anuncia la salida del autobús
rompe tu música,
los focos se apagan
y entonces te susurro al oído
"abrázame como si estuviéramos en Siberia".

Ahora tú te congelas.

Hoy voy a dejar el legado
que tú nunca dejarás por ti,
porque una mariposa
no puede
verse
las alas.

Me duele la cabeza de pensarte
porque es más difícil sentirte
que descifrar el enigma de tu pelo,
ése que enreda sueños y atrapa pájaros
pero acaricia mis manos como si fueran de cristal.
Es sencillo:
me quiere.

Hoy voy a decirte algo
que tal vez nunca te he dicho:
un día me perdí en tus ojos
y vi a una niña pequeña jugando en tus pupilas
que me miró como sólo lo harías tú,
pero no eras tú,
y tenía mi mirada.
Cuando me fui
ella se marchó conmigo
y comprendí que era yo.

Desde entonces no me he encontrado.

lunes, 26 de mayo de 2014

Parásito de certezas

Me acaricia el odio e interrumpe mi música, -mi silencio, mi calma-, me pica en la oreja y se traslada a la boca, se convierte en un material viscoso que amenaza con ahogarme si lo trago, se acomoda en mis ojos y me disfraza la mirada de indiferencia, sólo aquellos que miren mis pupilas sabrán que están gritando, pero qué diablos, son negras, ¡Todas son negras! Pienso entonces, que definitivamente estoy perdida.

Me sopla en el cuello y se mete entre mi ropa sin permiso, -no le culpo, yo también lo haría-, sobrevuela mi esternón en línea recta y deja una estela de vacío sobre mi estómago, se asienta en mis costillas y me hace toser sinceridad de vez en cuando, me hace escupir a la cara a la gente que el odio sólo genera más odio y que ellos llevan una cadena invisible con la que estoy tratando de jugar a la comba, y eso hace que me odien más aún. Estoy perdida.

Se instala en mis pulmones y escapa de mi boca metamorfoseado en humo negro, por eso grito, creedles cuando digan que de los capullos sólo se saca olor a ceniza, primero el incendio y luego los recuerdos calcinados. Sale y con habilidad envidiable se cuela entre mis bragas, pero allí no encuentra nada, ¡una lástima!, por suerte o por desgracia, no se puede llegar a mi corazón por mi entrepierna.
Frustrado recorre mis piernas y amenaza con borrarme las huellas cuando llega a mis pies, y caigo en el error de creer que sin huellas no hay camino, ¡cunde el pánico!, pero luego pienso que los besos son también el deseo de los labios, prefiero salvar el amor que mi trayecto, me tranquilizo, si mutila mi recuerdo podré vivir en otros cuerpos en forma de nube.
Aspiro hondo tratando de buscar el oxígeno que había batallado antes en mis pulmones por recuperar su espacio, y olvido que lo que me amenaza es etéreo y asciende, encapsulado en una corriente de aire mezclada con terror y desencanto.
Culmina su andanza en mi corazón y cesa su búsqueda, es de los pocos que sabe que ha encontrado lo que busca a la primera. Envuelve el corazón en una sustancia volátil que me devuelve su olor y me hace llorar, recoge mis lágrimas como agua de lluvia y planta una semilla en él.

Hoy me he despertado sin saber qué desayunar, a lo largo del día la indecisión se ha expandido hasta alcanzar su cúspide a las seis, cuando me he preguntado mil veces qué iba a hacer con mi vida, ahora son las nueve, y bueno, no tengo ninguna respuesta, pero al menos ahora sé que me voy a duchar.

sábado, 24 de mayo de 2014

Te escucho ahora

"Eres una puta cobarde. Tienes miedo a hacerle daño a los demás y te hieres, careces de dignidad y de orgullo, aunque a veces parezca que te sobra, te crees libre de las dependencias e incluso capaz de gestionar tus sentimientos con precisa habilidad, pero cuando tienes ganas de llorar recurres al deseo que ahogar las lágrimas con alcohol porque eres incapaz de hacerle frente de otra forma. Te evades, a veces de la manera más dañina, de los sentimientos de rabia y frustración, otras te limitas a pensar en pájaros y a creer en energías y en mierdas, pero tus alas son de papel y no puedes volar los días de tempestad, y para ti el ahora crece entre tormentas torrenciales.

Te odias con y sin motivos, y no te escuchas, o te escuchas a medias, te ignoras, desechas todo lo que escribes porque piensas que nunca es lo suficientemente bueno y acoges el dolor como algo cotidiano.
Vives en una constante sensación de desconcierto, crees que a veces te mueven el mundo, que te lo agitan a hostias, y te pones nerviosa cuando el espejo te abre puertas a dimensiones en las que se te ve más delgada, sin alas, y con la lluvia por dentro.

Respondes muy a menudo "no lo sé" cuando realmente quieres no saberlo y lo sabes, pero no te engañas, y eso te hace sentir todavía peor, odias más mentirle que mentirte.
Eres jodidamente pesimista y piensas que tú y el transtorno borderline tenéis muchas cosas en común, pero te preguntas demasiado por qué el sexo no te llama apenas la atención y entonces dudas de tantas cosas que te miras las manos y lloras, comprendes que no se puede recuperar algo que nunca se ha tenido, pero sí se puede echar jodidamente de menos.

Pones dos puntos a final de cada frase porque te gusta pensar que siempre va a haber algo después de la pausa, te da un miedo atroz no encontrar nada al final de la frase y por eso odias los puntos y a parte, porque te recuerdan que su nombre tiene un punto sobre la i y que es fácil que se mueva de lugar y cierre el párrafo antes de escribir el último te quiero.

En definitiva, eres de las que se ahogan con su nudo en la garganta y prefieren las corbatas cuando todo les va bien, ya sabes, es difícil dejar de sentir la presión en el cuello después de haber aceptado la soga como collar."

El monólogo interior siempre sienta bien a partir de las dos y con una copa de más, el problema es que no cumplo ninguna de las dos cosas y me he hecho daño. A veces el peor enemigo se lleva por dentro.

jueves, 22 de mayo de 2014

Espero que me elijas a mí

Estoy harta de escuchar hablar de amor.

Escúchame, amor, estoy harta de ti, ¿no lo entiendes?, todo el día metida en mi cabeza, como si fuera fácil vivir entre delirios de poeta y aspiraciones de vagabundo, todo el tiempo pensando en puentes desde los que poder tirarme, colgar candados con nuestras iniciales o compartir parte de mi obsesión de idealizarte con quien me lea. Sé que ahí dentro no puedes ser feliz, porque para ello tendrías que saber volar y tú siempre le tuviste miedo a las alturas.

Encima insistes en desnudarte y correr por los recuerdos de mi infancia y transformarte en niña conforme yo voy acercándome y haciéndome mayor, en tener tus ojos y tu pelo, pero en no ser tú, y cambiar una letra de tu nombre y llamarte "Noa", y llamarme mamá aunque no existas.
Estoy harta de que existas aun donde no existes.
Te pienso y comprendo entonces que todo está siguiendo su camino, la metamorfosis comienza y mis horas de estudio se convierten en tiempo dedicado a perseguir tu quimera por mi mente, a descifrar la hipérbole de tu existencia para saber cuánto de mi amor es recíproco.

Espero pronto convertirme en mariposa y que me elijas a mí frente a tu miedo a las alturas.

Rómpeme

Supongo que no siempre escribiré para ti, pero siempre escribiré sobre mi dolor, o mis recuerdos, o releeré poemas que hablan de tus ojos, o recordaré el sexo como algo tierno y pensaré en nosotras. Pero lo que más me jode, es que nunca, absolutamente nunca, voy a poder saber cuál será el último poema que te escriba, porque ya sabes, uno nunca puede saber cuándo va a morir.
Van a pasar los años y te echaré de menos, estés o no conmigo, eso no me importa, voy a añorar cada segundo lo que fuiste el segundo anterior y voy a idealizar el segundo próximo, así soy, nací enfocada a la decepción, así que, por favor, no te culpes si no cumples mis expectativas, te pediría amablemente que las destrozaras, que no dejaras nada de ellas, pero sé que sólo me harás caso cuando lo grite con sangre entre los dientes y alguno de nuestros corazones en las manos.
 Así que, vamos, ya me ha reventado la boca con estas últimas palabras y el corazón se me está enfriando dentro del puño, ahora, rómpeme como jamás pensaste que lo harías y vuelve a darme la jodida vida.

domingo, 18 de mayo de 2014

Pero no me entiendas

Me lavo las manos,
porque no se puede escribir sobre ti
con las manos sucias,
ni mirarte con los ojos llenos de lágrimas
si no es para marcharme,
ni quedarme
si pienso que en otro lugar estaría mejor,
-por eso a veces me encuentro a mitad de camino
y no sé volver a casa-.

Me gustan las sonrisas rotas,
porque me recuerdan que la esencia del hombre
está en el polvo y el viento,
pero también en la tormenta y el arcoíris,
-por eso,
pequeña,
me gustas tú-.

Pienso que es mejor amar que odiar,
pero envidio a quien puede hacer las dos cosas,
entiéndeme:
el corazón es una caja llena de cenizas
que a veces vuelve los recuerdos polvo,
y duele ver cómo las flores siguen siendo primavera
pero provocan alergia.

De igual modo, la ilusión puede volverse rencor
tan pronto como la luna adelanta al sol en su carrera.
Verás:
yo siempre he sido de ponerlo todo en mis manos
y entregártelo envuelto
como un regalo más,
vulgar,
porque todo lo que no eras tú
estaba por debajo de ti
y no merecía reconocimiento,
por eso,
a veces,
el desprenderme de ese todo
me hacía quedarme siendo nada
y la nada sólo genera paz o rencor
y mi corazón es de los que convierte
la espera en sentencia de muerte.

Perdóname:
tú no tienes la culpa de ser una flor combativa,
- y la rosa siempre fue mi flor favorita-,
quitarte las espinas sería
como desvestir a la virgen
e insistir en que le sigan rezando
a un trozo de madera,
pero tocarte con los dedos llenos de cortes
supondría mancharte a ti
y hacerme a mí daño,
-y ninguna de las dos cosas
entró nunca dentro de mis planes-.

Por eso,
entiéndeme:
a veces creo que quedarme
sería como esquivar una tormenta
subiéndome al tejado
con una chapa metálica sobre la cabeza
para evitar la lluvia,
-hay soluciones suicidas,
otras homicidas,
y entre medias está
la de quedarme contigo-.

No me culpes:
no puedo arriesgarme a recordarte
como una simple amapola en mitad de un jardín
cuando para mí siempre fuiste
un espejismo en medio del desierto
pero sin ser espejismo,
hay veces que es mejor pensar
que no fue pero que pudo ser
a marcharse sabiendo
que no pudimos pero tratamos que fuera,
pero eso supondría vivir entre esperanza
y la esperanza o se mata o me destruye
y sería demasiado triste
-incluso para nosotras-,
morir ahora por no habernos matado antes.

Lo nuestro es
como un quieroynopuedo,
como estirar una goma
dando pasos hacia atrás
en direcciones contrarias
y esperar que nunca se rompa,
pero no te culpes,
no me culpes,
no nos culpes.

Para mí siempre fuiste como la frase que venía
antes del pero,
como aquel verano
en el que el mar se fosilizó en tu pelo
y me dejaba sal en los ojos cada vez que lo besaba,
por eso hoy afirmo
que también es posible ahogarse entre piedras,
-pero no culpes a aquellos
que jamás lo entenderán:
es difícil creer que se puede volar
si nunca se han visto unas alas-.

Pero no me entiendas,
porque sé que quedarme contigo
puede ser
convertirme en pez
o el suicidio más bonito del mundo.

martes, 13 de mayo de 2014

Dejar de escribir sería

Dejar de escribir
sería la forma más egoísta
de negarte al mundo,
sería como cubrir con mi edredón
el Taj Mahal,
o dibujar mariposas sobre toda la Muralla china,
-hay cosas,
que aunque tentadoras y bonitas,
hay que dejarlas sólo a los poemas-.

Dejar de escribir sería
como encontrar el camino
a la Atlántida,
descubrir el mapa del tesoro
y enterrarlo,
-matarlo-.

Hay cosas que no están hechas
para guardarse,
y aunque me duela,
es mejor reconocer que tú eres una de ellas.

Cuando hablo de ti se me llena la boca
de tanto
que necesito escribirlo
-por eso empecé a escribir:
para salvarte,
para salvarme-,
para así no olvidarlas,
porque olvidar
es lo peor que puedes hacerle nunca a nadie,
es condenarlo a ser indiferencia,
como quien saca un reloj y lo guarda
sin haber mirado la hora.

Tu mejor manera de existir
no es en poemas,
al igual que te muestras al mundo vestida,
aunque yo sé que la ropa que mejor te queda
es la que viste tu suelo
mientras tú me vistes a mí de caricias,
pero no hay otra forma
de compartirte si no es con poesía,
porque hay una parte de mí que se niega
a reconocer que tu boca
también podría besar otras bocas
que no fueran la mía.

Dejar de escribir
de igual modo, sería condenarme a mí,
condenarme a la tristeza más atroz,
a la ceguera de quien no quiere ver
o a ser la voz de un cobarde.

Los recuerdos y los sentimientos son
los únicos seres que no sufren al ser atrapados,
-escritos-,
y algunos, los más voraces,
actúan como una mañana de resaca
o como el huracán más violento del mundo,
-despiertas con las manos llenas de nada,
en mitad de ninguna parte-,
con los sentimientos ocurre lo mismo:
te dejan el corazón encharcado en lágrimas,
los pulmones descosidos
o mil plumas en el estómago que juegan al pilla-pilla,
pero también existe la resaca emocional,
-esa, que de tanto sentir,
suprime a la memoria
para dejar un huequecito más a los sentimientos-,
y se necesita algo
-en mi caso palabras-,
que corrobore el testimonio de mi nudo en el estómago
y me haga saber que no estoy loca,
que eres tú quien me hace estarlo.

Es por eso
que dejar de escribir
conllevaría matarme a mí,
matarte a ti después de muerta
-cuando ya nadie pueda salvarte-,
y matar un poquito del mundo.

Sería como robar las siete maravillas de golpe.

sábado, 10 de mayo de 2014

Noelia

Hay dos tipos de insomnio:
el primero, consiste en no poder dormir
porque no se tienen sueños que soñar,
o porque los sueños sólo son pesadillas,
y el otro,
es en el que tienen tantos,
que se cuelan hasta en los párpados
y para asegurarte soñarlos
te mantiene despierto
hasta terminar pensándolos todos.

De los dos,
elijo siempre el segundo,
porque es el que lleva
tu nombre.

Te odio queriéndote

La distancia dejó de implicar no estar contigo
y supone, sólo a veces, estar sin ti.

Es por eso que ahora siento que camino
llevando el mundo en la suela de los zapatos
y me pesan los días todavía más que el silencio,
y la vida más que un paso
sin repartir el peso del mundo con tus huellas.

Es por eso que a veces me duelen tus ausencias
y otras festejo el paso de los días
como una victoria constante en esta guerra,
hubo ocasiones en las que conversé con el tiempo
de esperanzas
y de esperas,
y él me dijo que en ambas se hallaba el poder
de matarme o salvarme.

Es por eso que hay noches en las que me sorprendo amándote
y otras odiándote, aunque sin odiarte,
porque eres tú quien me hace quererte tanto,
hasta que duela.

Es por eso que te odio queriéndote
y te pido
que tú no me quieras odiándome.

Qué sería del mundo

Debo confesarte:
No hay nada que me dé más vértigo
que el abismo que se observa tras tus ojos
y que me hace preguntarme todo el tiempo
si eso será lo que ves tú cuando me miras,
y es inevitable pensar
si habrían otros abismos en mi vida
si no te hubiera conocido.

La verdad
es que esta realidad,
la nuestra,
es tan frágil
como un árbol que lanza sus raíces al cemento.

Qué sería hoy del mundo
si tu padre no se hubiera vuelto de Argentina,
si tu madre no lo hubiera conocido,
¿haría tanto calor en Málaga sin tu sonrisa?
Qué sería de mí,
ahora,
si no hubieras enseñado a sonreír
también con la garganta
para reservarte a ti siempre mis labios,
y qué habría sido de esos intentos
de ponerte cara en mis sueños
cuando todavía no había tenido el placer de verte
pero el mundo ya me anunciaba
que todas mis noches estarían destinadas
a ir descubriéndote,
poco a poco.

Si los griegos te hubieran conocido
hoy las nueve musas llevarían tu nombre,
estoy segura,
pero en cambio tuve la suerte o la desgracia,
-todavía no sé si terminarás de volverme loca,
y si eso supondría una desgracia-,
de conocerte yo primero,
de que trastocaras hasta mi última certeza,
te instalaras en mis pulmones
y pasases las noches susurrándome al oído
que la luna sólo existe
para no dejarme a oscuras
mientras tú no estás conmigo,
es por eso que hoy
sé que las flores nacen
para que pueda ver tu belleza
sin verte a ti,
para que no la eche tanto de menos
como echo de menos tus besos,
-no podría vivir en mi cuerpo con tantas ausencias-.

Hoy ha venido un pájaro azul a mi ventana
que llevaba entre el pico las palabras
con las que he escrito este poema,
era un pájaro de esos
de los que dicen las madres que hablan,
pero conmigo no lo ha hecho,
qué más podía decirme
después de traerme hasta aquí
la respuesta a mi pregunta:
sin ti
las flores no tendrían
primavera.

Las palabras no podrían nunca definirla

Si tuviera que explicarle al mundo
sólo con palabras
cómo es ella,
empezaría diciendo que su pelo
es la bandera de un reino
que todavía no está descubierto
pero en el que ya habito,
sin puerta de salida pero con cientos de entradas,
que su boca sabe hablar de amor en mil idiomas
y sin ninguna palabra.

Contaría que tiene magia en sus manos,
un día metió mis miedos entre sus dedos
y los hizo desaparecer,
luego los chasqueó y se llevó también
mi ropa,
y lo que pasó después
sí fue verdaderamente mágico.

Sus caricias son, unas veces,
como el roce la ropa con el cuerpo,
otras, como la hostia que te cruza la cara
justo antes de saltar desde el puente más alto
al río más hondo
y te deja mirando hacia el camino de vuelta a casa.

Lo más difícil de explicar serían sus ojos,
mirarlos fijamente es como contemplar el sol
con la mirada desnuda durante mil horas,
quien comete la imprudencia de hacerlo
se condena a sumergirse y ver el mundo a través de ellos,
desde entonces veo flores naciendo en los bordes de las aceras
y pájaros convirtiéndose en estrellas fugaces atravesando el cielo,
pero estar con ella significa no tener que pedir ningún deseo.

Si tuviera que explicarle al mundo
cómo es,
terminaría hablando de su voz,
diría que tiene el don de convertir sus palabras en un eco
que resuena solamente en mis oídos,
para que así el mundo nunca sepa
que el secreto de la eterna juventud
reside en amar tan fuerte
que nos hagan falta más años
para hacer el amor tantas veces como el cuerpo lo soporte.

Menos mal que no tendré que explicarle nunca al mundo
cómo es ella,
porque os aseguro
que no existen palabras
para hacerlo.

viernes, 9 de mayo de 2014

No frenes el ciclo

Acumulamos certezas sin llegar nunca a una verdad universal,
caminamos sabiendo que jamás veremos llover en el fin del mundo,
seguiremos soñando con utopías,
intentaremos volar siendo conscientes de que jamás tendremos alas,
nadaremos aun temiendo que podamos ahogarnos
y viviremos sabiendo que vamos a morir,
pero siempre, absolutamente siempre,
nos sentiremos vencidos y rotos ante un desamor,
pero no desanimes,
volveremos a amar sin la certeza de un para siempre,
y tal vez con más miedo que esperanza
nos ilusionaremos, de nuevo, como niños.
La vida transcurre entre sentimientos cíclicos
de derrotas y victorias,
saber vivirla consiste en no frenar nunca ese ciclo.
Y ahora, no dejes
nunca,
que el miedo
sea más fuerte
que el amor.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Nosotros seremos el futuro

Escribo ahora,
en la última fila de una clase de lengua y literatura,
que no tiene nada de literatura
y que no enseña nada importante de lengua,
escribo para no dejarme atrapar por palabras vacías,
hace tiempo que algo dentro de mí se pregunta si abandonarlo todo
desembocaría en lograr la salvación o la condena,
y cada vez creo más que no hacerle caso a esa voz supondría condenarme.
Las cabezas llenas de cosas inútiles
son igualmente cabezas vacías,
los deseos escondidos,
atrapados entre las barreras del miedo,
son simplemente meras utopías,
cómprate un cuaderno y escríbelas,
no sacarás nada más productivo de ellas,
sabemos de geografía, sintaxis,
biología, griego, tecnología, latín,
pero no tenemos ni puta idea
de la vida,
saldremos todos a las calles siendo grandes aprendices
pero pésimos pensadores,
aprenderemos a medir versos y conoceremos los tipos de rima,
pero en el fondo no sabremos nada de poesía.

martes, 6 de mayo de 2014

Nunca lo hagas

Estando herido
puedes amar a una persona
con la misma fuerza
con la misma intensidad
con la misma fiereza
con la misma ilusión
e incluso con más ganas,
pero no lo hagas,
nunca lo hagas,
porque guardar a alguien dentro de un corazón roto
es condenarlo a que se corte con los trozos.

Qué fue de ellos

Recuerdo ahora, en el minuto trece de una hora cualquiera,
que ni siquiera importa,
a un chaval que me dio palabras de ánimo
cuando estaba castigada en el pasillo del colegio,
sola y asustada,
es lo que pasa cuando se castiga sin dar razones,
hoy no me acuerdo del motivo, pero sí de aquel chico,
recuerdo a una joven catalana que jugó conmigo un verano
en la piscina del hotel durante horas,
y que me enseñó a que apreciara a mi madre,
ella había perdido a la suya y me miraba a mí
como si poseyera un tesoro,
también a un hombre que me ha sonreído sentado en la puerta de un bar
hace un par de horas
y que me ha hecho sentirme por un momento más guapa,
pero que tengo la certeza de no volver a ver.

Tal vez alguien, en algún lugar,
se pregunte también, qué fue
de nosotros.

sábado, 3 de mayo de 2014

Se pregunta por qué es difícil creerlos

Cagarla
y seguir con total normalidad
tras un "perdóname, "disculpa",
como si fuese suficiente,
pasarse de estación
y bajar en la siguiente
para volver hacia atrás
sin caer en la tentación de dejarse llevar
por el tren o el metro
hasta siguientes paradas,
odiar
sin permitir que el odio
actúe por ellos
y eclipse el resto de sentimientos,
parar de beber
cuando empiezan a ver el mundo
tan borroso e inestable
que ya no se sujetan certezas
ni miedos
a él,
huir
cuando empieza a temblarles la boca,
las manos,
las piernas,
mientras están abriendo su corazón,
dejar de escribir,
de pintar
de leer
o de soñar
sólo porque es demasiado tarde.

Luego se preguntan
por qué es difícil creerlos
cuando dicen
que nos aman de verdad.

Si alguna vez decido marcharme

Si alguna vez decido marcharme
no me odies,
no quemes mis fotos,
no rompas mis cartas,
si alguna vez decido marcharme,
no me olvides,
no aborrezcas mi nombre,
no repudies mi risa,
para que así,
cuando vuelva,
puedas enseñarme quién era
antes de volverme loca.

viernes, 2 de mayo de 2014

Nunca te diré dónde me escondo

Nos hicimos el amor
hasta que el día nos hizo a nosotras
visibles,
nos acariciamos el alma
hasta que el tiempo nos acarició la cara
y convirtió en arrugas alrededor de la boca
todos los suspiros.
El pelo nos abrazaba la espalda
y se anudaba en el cuello,
siendo protección y condena,
los ojos se volvieron espejos
y las manos puentes,
y me veía reflejada en tu silencio y tu sonrisa,
como quien mira un recuerdo.
Me colé en tus sueños
y me vi a mí misma escondiéndome entre tus entrañas
por partida doble,
volví en silencio a salir por tu boca.

Nunca te diré dónde me escondo,
para que así jamás me olvides.