domingo, 18 de mayo de 2014

Pero no me entiendas

Me lavo las manos,
porque no se puede escribir sobre ti
con las manos sucias,
ni mirarte con los ojos llenos de lágrimas
si no es para marcharme,
ni quedarme
si pienso que en otro lugar estaría mejor,
-por eso a veces me encuentro a mitad de camino
y no sé volver a casa-.

Me gustan las sonrisas rotas,
porque me recuerdan que la esencia del hombre
está en el polvo y el viento,
pero también en la tormenta y el arcoíris,
-por eso,
pequeña,
me gustas tú-.

Pienso que es mejor amar que odiar,
pero envidio a quien puede hacer las dos cosas,
entiéndeme:
el corazón es una caja llena de cenizas
que a veces vuelve los recuerdos polvo,
y duele ver cómo las flores siguen siendo primavera
pero provocan alergia.

De igual modo, la ilusión puede volverse rencor
tan pronto como la luna adelanta al sol en su carrera.
Verás:
yo siempre he sido de ponerlo todo en mis manos
y entregártelo envuelto
como un regalo más,
vulgar,
porque todo lo que no eras tú
estaba por debajo de ti
y no merecía reconocimiento,
por eso,
a veces,
el desprenderme de ese todo
me hacía quedarme siendo nada
y la nada sólo genera paz o rencor
y mi corazón es de los que convierte
la espera en sentencia de muerte.

Perdóname:
tú no tienes la culpa de ser una flor combativa,
- y la rosa siempre fue mi flor favorita-,
quitarte las espinas sería
como desvestir a la virgen
e insistir en que le sigan rezando
a un trozo de madera,
pero tocarte con los dedos llenos de cortes
supondría mancharte a ti
y hacerme a mí daño,
-y ninguna de las dos cosas
entró nunca dentro de mis planes-.

Por eso,
entiéndeme:
a veces creo que quedarme
sería como esquivar una tormenta
subiéndome al tejado
con una chapa metálica sobre la cabeza
para evitar la lluvia,
-hay soluciones suicidas,
otras homicidas,
y entre medias está
la de quedarme contigo-.

No me culpes:
no puedo arriesgarme a recordarte
como una simple amapola en mitad de un jardín
cuando para mí siempre fuiste
un espejismo en medio del desierto
pero sin ser espejismo,
hay veces que es mejor pensar
que no fue pero que pudo ser
a marcharse sabiendo
que no pudimos pero tratamos que fuera,
pero eso supondría vivir entre esperanza
y la esperanza o se mata o me destruye
y sería demasiado triste
-incluso para nosotras-,
morir ahora por no habernos matado antes.

Lo nuestro es
como un quieroynopuedo,
como estirar una goma
dando pasos hacia atrás
en direcciones contrarias
y esperar que nunca se rompa,
pero no te culpes,
no me culpes,
no nos culpes.

Para mí siempre fuiste como la frase que venía
antes del pero,
como aquel verano
en el que el mar se fosilizó en tu pelo
y me dejaba sal en los ojos cada vez que lo besaba,
por eso hoy afirmo
que también es posible ahogarse entre piedras,
-pero no culpes a aquellos
que jamás lo entenderán:
es difícil creer que se puede volar
si nunca se han visto unas alas-.

Pero no me entiendas,
porque sé que quedarme contigo
puede ser
convertirme en pez
o el suicidio más bonito del mundo.

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