viernes, 8 de mayo de 2015

Sin embargo

Se me ha atragantado un trocito de pena,
como una tristeza que se adhiere
a todo lo que toco
a todo cuanto veo.
El miedo se evidencia
cuando no es la cama quien me hace temblar
y un frío nervioso, como pretexto y excusa,
me invade y provoca la indecisión de mis manos.
El traqueteo de un tren que se parece a mi pulso
y me hace dudar de si voy o vengo,
si me marcho o me quedo,
si te quiero,
si me quiero
o nos queremos,
y es difícil discernir entre soledad y compañía
si te pienso tanto que no hay diferencia
entre el tiempo que paso acariciando el silencio
cuando estás conmigo
-porque yo siempre estoy contigo,
aun cuando no estoy-.
No puedo, sin embargo, abandonarme
por miedo a que en el descuido
de quien no tiene tiempo para pensarse
desvele una sonrisa que lleve tu nombre
y no puedan más que sentenciar,
sin juicio previo,
que tu presencia está bien en la vida de otros
pero que sólo eres un contratiempo incomprensible
en mi idealismo magnificado por su estupidez
y caiga como imperativo categórico
su incuestionable experiencia
sobre gente como tú que no eres tú,
como reducir la humanidad
al resentimiento de Hitler,
al imperialismo europeo
o al amor desgastado, meditado y desechado
que caracteriza la costumbre de muchos.
Y ahora te digo
que perdones mis dudas,
que leas los besos y disfrutes las palabras,
que me leas a oscuras
porque estaré allí, si tú quieres,
porque no habrá luz que pueda negártelo.
Tú y yo sabemos que el amor
no es reducción de nada ni a nada,
pero no se lo digas a ellos
porque si lo repites las suficientes veces
puede que comprendan la vida

y sea entonces demasiado tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario