lunes, 10 de noviembre de 2014

Sara

Hace tiempo que no converso a solas conmigo, hace tiempo que no me escucho, que echo de menos a una mitad que nunca fue mía, pero que sentía conmigo.

Hace tiempo que me busco y no me encuentro, que me hablo y no respondo, que me miro y no me veo, y detrás de mí sólo hay un silencio que me susurra por las noches que la soledad más dura no es la de espacios vacíos.

Hace tiempo que sé que las excusas son sólo argumentos estúpidos para no sentirnos tan culpables por nuestra propia infelicidad, algo así como el mecanismo de defensa de los vagos y los perdedores. Podría decir que ya no me justifico, que no me perdono hipócritamente. Creo que voy a darme una oportunidad, me estoy conociendo.
He vivido en mí mil años y me he follado multitud de veces, pero muy pocas me he hecho el amor. Y nos dicen "tenéis que aprender a quereros a vosotros mismos",y pienso, ¿qué manera hay mejor de hacerlo?
Todos somos nuestra propia excepción. Mi existencia se resume en sentimientos cíclicos que actúan como huracanes perdidos, a veces soy, a veces no pienso, a veces no soy.
Siento una debilidad extrema por las personas que dicen que les gusta la lluvia y que de verdad, de verdad, les gusta la lluvia.
El conformismo me lleva a una pena más asociada a la autodestrucción que al estatismo, empecé creyendo que me faltaban manos para tocarte hasta que pude comprender que lo que no había, era deseo.
Tengo una tendencia idealista que me empuja a fracasar a largo plazo. Hay algo dentro de mí que a veces duele y no logro escucharlo, porque habla en una voz tan baja, que tengo que elegir entre mis fantasías y su texto, y me es imposible dejar de esperar vestida de gala a que alguien llame y se convierta en aquellos "tus" que escribía a veces. Me pueden las ganas de ser fiel a esta esperanza con cierto infantilismo.

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