No intento, o intento, hacer algo mágico del autoerotismo, y me doy cuenta de que no hay nombre que gemir cuando alcanzo la cumbre, me vislumbro entonces desde lejos, y temo ser sombra para quien es todo. Se hizo demasiado largo el camino como para seguirlo en forma constante y me disculpo, o no, tal vez, de veras, no debiera yo disculparme.
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